Parece que la película ha sido una especia de consuelo. He hecho llorar tanto a hombres como a mujeres, y me han escrito cartas explicándome que habían tenido que salir de la proyección para llorar. En parte, porque la historia muestra que es difícil ser un hombre y es difícil ser una mujer y cómo la sociedad da forma e impulsa estas cosas llamadas masculinidad y feminidad. Pero lo que es infinítamente más importante es nuestra humanidad común. Lo que no quiere decir que no tengamos experiencias muy diferentes y que se nos trate de manera muy diferente a causa del género. Otro consuelo es que la película reconoce la complejidad de la sexualidad y la identidad y la malloria de nosotros nos hemos sentido empujados a un rincón reduccionista. Las personas somos mucho más complicadas que esto.